Foto tomada de Google
Indiferencia o frialdad
afectiva
¿Sabía usted que Indiferencia
o frialdad afectiva es un trastorno grave de la personalidad?
¿Sabe usted las consecuencias
que trae una actitud Indiferente y fría?
Estas y otras dudas van a quedar
explicadas en el siguiente trabajo que les propongo.
Pues aprovechando la
oportunidad de estar terminando mi Licenciatura en Psicología , donde he podido
aprender que algunas personas y situaciones con las cuales tenemos que relacionarnos,
piensan, actúan y se desarrollan en diferentes ambientes, o espacios de tal
forma que para algunos (que no conocen de psicología, ni de procesos de
conocimientos, etc.) ni se dan por enterados de que están relacionándose,
apoyando o siguiendo la “ritma” o el “compas de la música”-como suele decirse
en nuestra isla- a seres queridos, amigos, colegas de trabajo , vecinos, etc..,
que aun cuando no estén diagnosticados por un facultativo, presentan serios problemas
de trastornos de la personalidad.
Hoy les traigo un ejemplo de
Indiferencia o frialdad afectiva que forma parte de trastornos de la
personalidad.
Tal como conocemos el
significado de la “Indiferencia o frialdad afectiva”, que es un estado de
insensibilidad e inexpresividad emocional. El sujeto muestra una frialdad
afectiva en la que no parece experimentar ningún sentimiento, ni manifestar
ninguna reacción al medio. Se presenta especialmente en ciertas fases de algunas
psicosis afectivas y en la esquizofrenia.
Podemos apreciar en el
siguiente artículo de Marian García, Licenciada en Ciencias de la Información
por la Universidad de Sevilla. Máster en Comunicación y Educación en la Red por
la UNED. El cual ha sido verificado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios
González el 2 agosto, 2017, nos muestra con un lenguaje claro, fácil de digerir
y comprender las consecuencias de la indiferencia y cómo podemos enfrentar a
las personas que se muestran de esa manera.
Estoy seguro de que muchos de
los que me están leyendo en estos momentos se ven identificado como víctimas o
victimarios de este trastorno de la personalidad.
En el caso de ser víctima
(como me ha ocurrido a mí en varias ocasiones con personas dentro de la
familia, amigos, colegas y conocidos) acá tenemos una manera fácil para
enfrentar esta situación que llega ser incomoda, llega a doler máximo cuando se
trata de personas allegadas a tu núcleo más cercano de familia y/o amigos, como
exprese anteriormente.
Los que se vean retratados
actuando de esa manera, es tiempo para que consulten con un psicólogo,
psiquiatra o facultativo autorizado y les ponga tratamientos.
Se trata de vivir todos en armonía,
paz, tranquilidad y felicidad, pero para ello debemos todos de ser conscientes en
la manera que van nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestras acciones.
Un balance emocional es salud mental para todos. Muchas de las situaciones que
enfrentamos en el día a día tienen que ver porque estamos lidiando, relacionándonos
con personas con serios problemas de trastornos de la personalidad y no somos capaces
de identificar esas características y lejos de ayudar a esas personas (que en
muchos casos no se arreglan solo con consejos), nos ponemos a su altura y por
ende esos rasgos se afianzan cada vez más en su personalidad y conducta a
seguir.
Espero que con esté excelente
trabajo nos ayude a todos a identificar rasgos de Indiferencia o frialdad
afectiva en nuestra personalidad o en la de las personas cercanas (que se me
olvido acotar que en ocasiones poseemos las mismas por herencia biológica, en
otras ocasiones las adquirimos por el medio ambiente en que cada uno interactúa)
«A veces, la indiferencia y la
frialdad hacen más daño que la aversión declarada”.-JK
Rowling-
«Lo contrario del amor no es
el odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la
indiferencia. Lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia. Y lo
contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la
muerte». -Elie Wiesel-
«El peor pecado hacia nuestros
semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia: esa es la esencia
de la inhumanidad». -George Bernard Shaw-
«No duelen tanto las palabras
agresivas. Duelen más los silencios prolongados». -Anónimo-
Espero poder ayudarlos, y
exhortarlos a ser cada día mejores seres humanos.
Ladagoval
24 de junio del 2019
Las
consecuencias de la indiferencia
Por
Lic. Marian García
La
indiferencia es un estado afectivo neutro. Solemos definir a una persona
indiferente como alguien que “ni siente, ni padece”. Es un sentimiento que
mantiene al margen a la persona que tiene esta condición. Sin embargo, cuando
recibimos un zarpazo de indiferencia de alguien, sus garras nos producen
heridas dolorosas.
Pensar
en alguien indiferente es atribuirle una serie de adjetivos, que poco o nada
tienen que ver con el ideal de una persona virtuosa. La indiferencia está
asociada a la insensibilidad, el desapego o la frialdad. Son estas
características que se presuponen contrarias a la condición social que tenemos
los seres humanos y que provoca que nos relacionemos unos con otros.
Ser
indiferente implica que “nada nos importa”. Que no sentimos nada ante una
situación o persona, que “todo nos da igual”. Aunque estemos seguros de que
esto es así, habría que preguntarse si es posible conseguir aislar nuestras
emociones de esta manera. Realmente, cuando nos mostramos indiferentes hacia
algo o hacia alguien, lo que hacemos es acercarnos o alejarnos de esa persona o
esa circunstancia.
La
indiferencia duele
La
vida está llena de momentos y circunstancias en la que optar por mostrarnos
indiferentes no siempre es lo mejor. Puede importarnos más o menos, pero nunca
podemos dejar de sentir. Es un recurso que nos permite elegir unos estímulos
para sentirlos o simplemente para apartarlos de nosotros. Por tanto, la
indiferencia absoluta, nunca es posible.
Dice
la sabiduría popular que aparentar ser indiferentes es la respuesta más dura,
aun cuando esperas poco. Está demostrado que cuando hacemos gala de ella, esta
actitud es una de las más agresivas y dolorosas que podemos proyectar.
Mostrarse indiferente ante alguien implica que estás retirando todos tus
sentimientos, que no existe para ti.
¿Hay
algo más cruel?
Por
esto mismo dicen que lo contrario al amor no es el odio, sino la indiferencia.
Porque no hay nada peor que a una persona le des exactamente igual. Que verte
feliz o triste sea lo mismo. Esto duele muchísimo si es alguien cercano, una
pareja, alguien de la familia, un progenitor… Esta indiferencia rompe nuestras
expectativas sobre aquellas personas que pensábamos que estarían ahí. Sin
embargo, en lugar en encontrar apoyo, no encontramos nada. Incluso en ocasiones
preferimos recibir alguna palabra desagradable porque lo interpretamos como que
le seguimos importando a la otra persona. Pero cuando no recibimos ni una
señal, sentimos que ya no importamos.
Enfrentarse
a la indiferencia
La
indiferencia conlleva sufrimiento para quien la siente, genera tensiones a
veces insoportables, confusión y puede llegar incluso a afectar a la
autoestima. Por eso hay que enfrentarse a ella. El primer paso es intentar un
acercamiento gradual a la otra persona para hacerle saber cómo nos afecta su
actitud.
Quizá
no haya respuesta inmediata, pero conviene tener paciencia, no es bueno
cerrarse. A veces un periodo de reflexión lleva a la otra persona a dar ese
paso esperado. O tal vez se pueda buscar a alguien que ejerza el papel de
mediador. Sin embargo, en ocasiones puede que no consigamos el acercamiento que
buscamos. En ese caso lo mejor es aceptar lo que está ocurriendo. La obsesión
con la indiferencia de alguien puede llevarnos a pasar por momentos muy
desagradables.
Impermanencia
Cuando
aceptamos la indiferencia, hemos de comenzar a mirar al horizonte con la idea
de que no siempre importaremos a otros como nos gustaría. Aunque sea un proceso
doloroso, pensar en ello nos ayudará a saber que nuestra felicidad no puede
depender de una sola persona. Si deciden mostrarse indiferentes con nosotros,
obligar a que nos hagan caso no es la mejor de las opciones. Mejor aprender a
dejar ir.
Cuando
se llega a la conclusión de que la otra persona no tiene intención alguna de
cambiar su conducta, lo mejor es poner distancia. Siempre se puede encontrar a
otras personas que sí nos valoren y en los que apoyarnos. De esta forma,
habremos comprendido el concepto budista de impermanencia, esto es, todo
cambia: quien hoy es tu amigo, mañana puede dejar de serlo. Si integramos esto
en nuestra práctica diaria, nos será más fácil vivir la indiferencia de otra
persona.
Un
medio de protección
Pero
no siempre la indiferencia es negativa. También es un mecanismo de defensa, y a
él nos agarramos para no sufrir continuas decepciones ante las vicisitudes de
la vida. “Mantenernos al margen” o “no esperar nada de nada, ni de nadie” es
una manera de protegernos. En este caso, la indiferencia consistiría más que en
un acto pasivo, en el acto activo de aceptar todo aquello que pueda pasar. Estar
abierto a un mundo de posibilidades y aceptar que pueda ocurrir un suceso como
otro.
Si
no tuviéramos la capacidad de recurrir a la neutralidad, si tuviéramos que dar
una respuesta negativa o positiva a cada estímulo que recibimos, terminaríamos
agotados. Por ello, la clave es no esperar nada, de esta forma, al abrirnos a
todas las posibilidades, todo es bienvenido. Si es positivo, perfecto; si es
negativo, lo mejor que podemos hacer es convertirlo en un aprendizaje.
Nota:
Este artículo ha sido verificado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios
González el 2 agosto, 2017