Con mi padre a los 2 añitos
LA ANÉCDOTA DEL “FROZEN”
Eran las 3 am de la madrugada y no podía conciliar el sueño,
me venían 20 ideas a la vez buscando una razón el porqué no podía quedar
dormido…hasta que decidí chequear la fecha con el nene, con cara de porque me despiertas,
me responde que era el día 24…Wow!!! Es el cumpleaños de mi padre, le comente...oh
si! Me acota medio dormido…Le comento además que el ultimo día de los padres
(Junio del 2009) mi padre me había repetido varias veces y me hizo jurarle que jamás
lo olvidara…yo con tantos temas en mi cabeza y me había acordado de que un día
como hoy 24 de Octubre pero de 1935, había
llegado a este mundo el mejor padre que halla conocido. Me mantuve parte de la madrugada recordando tantas cosas
bellas y hermosas que pude vivir a su lado…que cuando me percate me había quedado
dormido, sin saber cuándo, ya era la mañana y me despertaban porque Daniela había
que llevarla para la escuela.
Cuando recogí a
Daniela en su escuela sobre las 2 pm , veníamos los tres conversando (El Nene,
Daniela y yo) hubo un silencio de momento y el Nene se vira a preguntarme
porque me sonreía , y comencé a contarles que me acordaba de una anécdota que
me había ocurrido con mi padre.. Resulta que por los años 70’ mi padre para podernos
alimentar se dedicaba a pasar rodillo en las paredes de las casas, una época en
que se usaba dibujos de pintura encima de una pared ya pintada y que
fundamentalmente lo hacía para resguardar las mismas… Mi madre le preparaba los
diferentes modelos de dibujos, encima de una goma bien dura comenzaba a rasgar los
mismos hasta lograr las figuras que deseaba y mi padre salía a pintar , en
ocasiones para no recargar a mi madre en casa cargaba con uno o dos de nosotros…éramos
realmente bien humildes y a penas con $177.00 pesos MN era lo que pagaba su retiro
por enfermedad, crecimos y nos desarrollamos sabiendo que deberíamos de subsistir
con lo que había, mi madre lavaba y planchaba para la calle y el pintando
paredes, yo tenía unos 7 u 8 años aproximadamente, y tal como el resto de mis
hermanos no pedía nada, porque sabía la situación económica que existía en casa,
pero tenía unos deseos enormes de tomarme o comerme un frozen (un tipo de
helado sin leche que lo hacían en una maquinas europeas, creo que rusas), niño
en fin y con aquellos deseos enormes que tenia , tome 0.15 centavos (Tres
medios) que habían dejado de un vuelto encima de la meseta de la cocina y salí rápido
y veloz para comprarme mi dichoso frozen, que feliz me sentía disfrutando y
saboreando en un verano de cuba esa exquisita golosina, cuando Salí de la cafetería
que estaba ubicada detrás de nuestro edificio me dirigía a los bajos de la
escalera para terminar de saborear el mismo y para sorpresa mía venia mi padre
y fue tanto mi miedo, nerviosismo, temor , ni sé que realmente paso por mi
pequeño cerebro en ese entonces que me dio por tirar a un lado el frozen y
pensando que mi padre no lo había visto, se me olvidaba limpiar mi boca, donde
la prueba de mi delito quedaba fehaciente, al descubierto. Recuerdo que se
agacho ante mí y me pregunto que lo que hacía, mis lagrimas salían solas porque sabía
que no había realizado una buena acción, le comente de forma justificativa lo
que había hecho, me dijo que no volviera hacerlo, que cuando quisiera tomarme
un frozen o comer cualquier golosina le pidiera a el dinero, me acaricio la
cabeza, se le aguaron sus ojos y me abrazo tan tiernamente , me llevo
nuevamente a la cafetería y me compró otro frozen que si me comí con tremendo
gusto y unas torticas de morón, me dijo que lo acompañara a pintar y ese día
fuimos solos sin compañía de otro hermano, recuerdo que lo miraba con el
esfuerzo que se ganaba los dos o tres pesos y me venía a la mente los dichosos
0.15 centavos que tome sin su autorización…
Hoy vuelvo a recordar
esa anécdota que ocurrió hace 38 años aproximadamente… Como no acordarme de mi
padre que tan bellas enseñanzas me dejo…
Es posible que él jamás
se acordara de ello, pero yo no me olvide, me marco mucho y aprendí que aun
cuando mis deseos puedan ser extremos, y las posibilidades financieras no se
ajusten a la realidad, hay que saber ser pacientes, jamás vivir del sudor ajeno
y sobre todo es mejor dar que pedir. Por ello llevo tantos años entregando y seguiré
haciéndolo, les muestro esta enseñanza a mis hijas para que sepan que todo en
la vida tiene un sacrificio, un precio.
Hoy cuando mi difunto
padre cumpliría sus 77 años de edad, me ayuda a traer estos hermosos recuerdos
que con mucho cariño y amor los comparto con todos ustedes. Por que se que de
todo aprendemos, no importa la edad, no importa los conocimientos.
Es posible que entre lágrimas
y pensamientos se me haya ido alguna idea mejor de cómo narrarles esta anécdota,
aun así creo que la esencia está escrita y el sentido cumplido.
Papá , hoy tampoco me olvide
de tú cumpleaños.
Felicidades Viejo!!!
Ladagoval
Octubre 24, 2012
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