LA BELLE RUSA QUE VINO DEL FRIO
Por Frank Rodríguez.
Para los que nunca creímos que la Guerra Fría había terminado, la Operación “Programa Ilegal” de la inteligencia rusa no nos sorprende.
La rusita Anna Chapman, que en realidad era Anya Kuschenko, tomaba vino blanco frío en la capital del capitalismo, en el frío Nueva York, rozando codos con las más codiciadas presas, en cabaret como Juliet, frecuentado por muchos dones, como Donald Trump, The Don.
El caso de Anna me recuerda el de Ana. En la variante rusa de la práctica cubana de mandar a Pablo Roque a casarse con Ana Margarita Martínez para camuflarse en el medio de Miami, los rusos fabrican matrimonios haciendo parejas de espías y ordenándoles que tengan hijos para ser todavía más americanos.
Y en un gran avance tecnológico, para ahorrarse tener que reclutar americanos no tan confiables, fabrican también americanos, tomando rusos y entrenándolos en idioma y cultura americana. Y si no eran creíbles como americanos, entonces serían canadienses.
Otro gran avance fue el de no usar la Internet. Anna iba a un restaurante en la Octava Avenida y la Calle 47 de N.Y. con su computadora portátil Mac. Por afuera, en un mini- van, había un ruso con otra computadora. Se enlazaban en una red privada sin pasar por la Internet y así cada miércoles ella reportaba la labor que había hecho entre cócteles.
Todavía más adelantados en tecnología han sido los rusos al meter mensajes dentro de imágenes, fotos, etc. que esta vez mandaban por Internet a Rusia. El código fue averiguado por el FBI que entonces comenzó a descubrir los textos dentro de las fotos.
Y ya con una tecnología antigua, los menos tecnificados como un tal Lázaro (dicen que es un viejo ruso) y su “esposa” Vicky, la peruana, usaban la onda corta con códigos, la tinta invisible y las reuniones en los bancos de los parques con bolsas de dinero.
Los americanos se fueron a Hollywood y les tendieron trampas como en las películas. Le entregaron a Anna un pasaporte falso para que hiciera “delivery” pero ella cogió miedo y lo llevó a la policía momentos antes de su arresto. A Mikhail Semenko le pidieron que dejara $5000 en un parque y lo hizo. A otros dos los filmaron desenterrando dinero que dos años antes había enterrado el “canadiense” Christopher Metsos, hoy fugitivo de Chipre.
Los americanos con Hollywood y los rusos pasando por “central casting” en busca de actores que parecieran americanos o canadienses o hasta uruguayos, y con un par como rusos haciéndose pasar de inmigrantes.
A mí no me engaña, ni Putin ni Medyédev, ni Belorus ni China ni Vietnam ni Norcorea ni Castro ni Chávez ni Evo ni Correa ni Ortega, ni aunque me tome un vino frío con la que vino del frío, de Rusia, con amor.
La Guerra Fría sobrevive el calentamiento global.
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